El Valle Sagrado de los Incas no solo es conocido por su deslumbrante belleza, sino también por ser testigo de la grandeza del imperio inkaico. Dentro de este valle se encuentra Urubamba, un lugar cargado de historia, donde los vestigios de un pasado glorioso aún susurran los relatos de los inkas y su inigualable ingeniería. Hoy te invitamos a recorrer este fascinante rincón de la historia peruana y descubrir cómo Urubamba brilló durante el Inkanato. Sumerjámonos en la historia de Urubamba.
El Palacio de Wayna Qhapaq: Una Obra de Majestad
Urubamba fue elegido por el inka Wayna Qhapaq como su lugar de recreo y descanso, cautivado por su clima templado y su paisaje soñado. Aquí, en el lugar conocido como Kespewanka, el actual cementerio de Urubamba, se levantó un imponente palacio, rodeado de tambos y andenerías. Este espacio no solo sirvió como centro de almacenamiento de maíz y otros productos, sino también como un lugar de deleite para el inka y su corte.
Los tambos, mencionados en documentos del siglo XVI, eran estructuras de piedra pulida que posteriormente fueron desmanteladas por los colonizadores para construir edificaciones como el templo de San Pedro. Sin embargo, los relatos y los vestigios aún nos permiten imaginar la magnificencia de este complejo.

Comunidades Originarias y Mitimaes
Antes de la llegada de los inkas, Urubamba ya estaba habitada por comunidades organizadas como los ayllus de Cache, Paca y Chauca. Durante el reinado de Wayna Qhapaq, el valle se transformó en un importante centro de producción agrícola gracias a la llegada de más de dos mil mitimaes, pobladores trasladados de diferentes regiones del imperio.
Estos mitimaes no solo trabajaron en la construcción de los famosos andenes de Yucay, sino también en el cultivo de productos como maíz, coca y algodón. Los andenes, una obra maestra de la ingeniería inkaica, no solo aumentaron la capacidad agrícola, sino que también embellecieron el paisaje, dejando una huella perdurable que podemos admirar hasta el día de hoy.
Leyendas y Misticismo
El valle de Urubamba también está impregnado de leyendas que mezclan historia y misticismo. Se dice que las tierras de Pumawanka, un paraje cercano al valle, fueron otorgadas por Wayna Qhapaq a una de sus esposas. Además, Cotowincho, un lugar donde se libraron sangrientas batallas durante la conquista, guarda los ecos de una resistencia heroica contra los invasores.
Incluso tras la muerte de Wayna Qhapaq, su momia fue trasladada a Yucay, donde se convirtió en objeto de veneración. Cuarenta indios, conocidos como Apuyanaconas, estaban encargados de rendir culto a sus restos, perpetuando las tradiciones ancestrales.
El Valle Sagrado: Un Jardín de los Inkas
Para los inkas, el Valle Sagrado era más que un lugar de producción. Era un espacio de recreación y espiritualidad. Los cronistas describen este valle como un rincón paradisíaco, bendecido con un clima perfecto, aguas cristalinas y una riqueza natural que lo convertía en el “jardín de los inkas”.
El propio Viracocha, uno de los grandes gobernantes del imperio, mandó construir edificaciones y promulgó leyes para proteger esta región. Desde entonces, Urubamba se consolidó como un lugar estratégico, tanto para la agricultura como para el descanso de la nobleza inkaica.
¡Explora la Magia de Urubamba!
Hoy, caminar por Urubamba es como viajar en el tiempo. Las huellas de los inkas están presentes en cada rincón: los andenes, los tambos y las tradiciones que aún viven en las comunidades locales. El Valle Sagrado no solo guarda historias, sino también la energía de un pasado que sigue inspirando.
Te invitamos a recorrer este valle lleno de misticismo, a perderte entre sus paisajes y a conectar con las raíces de una de las civilizaciones más impresionantes del mundo. Urubamba te espera con los brazos abiertos para compartir su historia, su cultura y su inigualable belleza.
¡No esperes más para vivir esta experiencia única y descubrir por qué el Valle Sagrado fue, es y seguirá siendo un lugar legendario!