Descubriendo el origen del nombre “Urubamba”

Cuando viajamos a un lugar tan lleno de historia y belleza como el Valle Sagrado, cada rincón tiene una historia que contar. Hoy te invitamos a descubrir una de las más fascinantes: el origen del nombre “Urubamba”, un nombre que resuena con las tradiciones, la naturaleza y la espiritualidad de esta región emblemática del Perú.

Un nombre quechua con muchas historias

Urubamba es una palabra quechua que ha dado pie a varias interpretaciones sobre su significado. De acuerdo con los relatos, podría derivar de términos quechuas y aymaras relacionados con la naturaleza y las características del terreno:

  • “Uru“: En aymara, significa “resplandeciente sol”; en quechua ayacuchano, se traduce como “plaga o insecto”.
  • “Pampa”: Una llanura o terreno abierto.
  • “T’uru”: Lugar cenagoso o lleno de lodo.
  • “Waru”: Terreno pedregoso
  • “Uray”: Hace referencia a la parte baja de una jurisdicción.

La versión más aceptada por los historiadores locales es que “Urubamba” proviene de “Uru-pampa”, que podría traducirse como “llanura de insectos y plagas”. Esto hace alusión a la vegetación y las condiciones naturales de la zona, especialmente en las tierras cercanas a los riachuelos Tullumayo y Cotowincho.

Yawar Maki: una conexión mítica

Otra corriente de interpretación popular conecta el nombre con el cerro “Yawar Maki”, o “Mano de Sangre”, ubicado al suroeste de la ciudad de Urubamba. Este cerro rojizo, conocido por sus deslizamientos constantes, tiene un lugar importante en las creencias locales. Según la tradición, los derrumbes que levantan polvo rojo son obra de “diablos” que juegan en el lugar.

La historia cuenta que hace más de 300 años, un enorme derrumbe de Yawar Maki bloqueó el río Urubamba, formando una laguna que cubrió gran parte de la zona baja. Al drenar, dejó el terreno cubierto de lodo, conocido en quechua como “T’uru-pampa” (“llanura de barro”). Este nombre evolucionó con el tiempo hasta convertirse en “Urubamba”.

Un legado vivo

Más allá de su etimología, “Urubamba” es mucho más que un nombre. Es un testimonio vivo de las interacciones entre las comunidades originarias y su entorno natural. El valle no solo es una joya paisajística, sino también un centro cultural donde el pasado y el presente se entrelazan.

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